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domingo, 11 de octubre de 2015

El culto “en espíritu” de la Iglesia Interior.- Jean-Marc Vivenza


La iniciativa de la publicación de un libro consagrado al culto “en espíritu” de la Iglesia Interior podría sorprender, somos conscientes de ello, aunque si se lee con atención “La Iglesia y el Sacerdocio según Louis-Claude de Saint-Martin” (mismo autor, La Pierre Philosophale, 2013), parece bastante lógico que este libro sea seguido de una obra complementaria que trate exclusivamente sobre la celebración de la liturgia según lo interno a la cual no cesa de invitarnos en todos sus escritos Louis-Claude de Saint-Martin (1743-1803).

Quedaría por saber, más allá de las invitaciones constantes que ya se nos han hecho, ¿cómo conviene proceder, según lo ampliamente señalado?, ¿cómo y de qué forma celebrar el culto divino de la Iglesia Interior en el templo del corazón?

Ahora bien, se pone de manifiesto que el culto “según lo interno”, aunque no extraño al culto ostensible celebrado por las diversas confesiones cristianas con las cuales comparte las mismas fuentes evangélicas, sin embargo debe ser verdaderamente espiritual no conteniendo en absoluto -o en la menor medida posible- imágenes, reliquias y vestigios degradados del mundo material, perteneciendo este carácter de desapego purificador en el ejercicio de adoración a aquello en que consiste precisamente, en razón de su naturaleza, el “misterio” celeste por excelencia de la Iglesia Interior. 

Este libro permitirá, conforme a lo que incumbe a cada alma de deseo consciente de su estado sacerdotal, adentrarse en la “alta cámara” y, en lo secreto, siguiendo las indicaciones del Filósofo Desconocido, celebrar la “Santa Cena” en el templo del corazón “en espíritu y en verdad” (Juan IV:24), conmemorando de esta forma la Pascua y procediendo a la consagración puramente espiritual de las “santas especies”: “El hombre nuevo (…) ha dicho de antemano a los suyos: ‘sabéis que la pascua se celebra dentro de dos días y que el hijo del hombre será entregado para ser crucificado’. Pero, como sabe también que la realización de su regeneración depende de este sacrificio y como además sabe que este sacrificio tiene que devolver la vida a los habitantes de su propio reino, ha dicho a algunos de los suyos: ‘Id a preparar todo lo que falta para la pascua… Cuando entréis en la ciudad, encontraréis a un hombre que lleva un cántaro de agua, seguidlo a la casa donde entre y decidle al dueño: el maestro nos envía a decirte ¿dónde está el lugar donde comeré la pascua con mis discípulos? Él os enseñará una habitación grande y alta, completamente amueblada. Preparaos y preparad también todo lo que falta”. (El Hombre Nuevo, § 60).


Ediciones La Pierre Philosophale              

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